Crítica: Falling (2020)

09.10.2020

Valoración 3.5/5

A lo largo de más de 30 años de carrera, Viggo Mortensen ha dejado claro lo buen actor que es. Además, ha sabido combinar la fama internacional a raíz de sus apariciones en la saga de El señor de los anillos con el reconocimiento de la crítica gracias a filmes como Green Book, Promesas del este o Captain Fantastic. Una vez asentadas sus dotes actorales y tras muchos años esperando, decidió lanzarse a la dirección, dando como resultado su ópera prima estrenada este 2020: Falling

Su primera película detrás de las cámaras es un proyecto en el que llevaba un largo tiempo trabajando pero que fue atrasando por problemas de financiación. El fallecimiento de sus padres le motivó a escribir un guion que explorase las relaciones paternofiliales y de ahí surgió Falling, obra con un ligero aroma autobiográfico. 

Protagonizada por el propio Viggo Mortensen y Lance Henriksen, la película nos presenta como John, un hombre que vive con su hija adoptiva y su marido en California, recibe la visita de su padre, un conservador granjero que poco a poco pierde la cordura. La convivencia será dura ante un hombre cascarrabias y antipático que saca a relucir heridas del pasado.

Falling es un drama familiar intenso y en ocasiones incómodo por las situaciones que provoca el personaje protagonizado por Lance Henriksen, que está inmenso en su papel de Willis, padre de John. Aunque es un actor muy experimentado, es posible que su cara no le suene a muchos espectadores. Apostar por él para el papel protagonista fue una decisión arriesgada de Viggo Mortensen y posiblemente uno de los motivos por los que le costó financiar el proyecto. Valió la pena tomar el riesgo, porque su trabajo es excelente. Su personaje es capaz de hacernos reír (con cierto sentimiento de culpabilidad) con sus comentarios salidos de tono a la vez que nos enfada por el trato que tiene hacia su familia. Igualmente, nos toca emocionalmente cuando hace muestras de perder la cabeza por su enfermedad.

El apartado actoral es precisamente la mayor virtud de la película. Henriksen está estupendo en su papel, pero el resto del reparto no se queda atrás. Destaca Viggo Mortensen, que tiene un continuo duelo actoral con su progenitor en la ficción que termina estallando con una escena memorable. Puro talento y emociones a flor de piel. Los demás, en papeles más pequeños, también lo hacen muy bien. A excepción de Laura Linney, en el papel de la hermana de John, son casi desconocidos para el gran público (aunque hay un cameo muy curioso), pero que funcionan muy bien.

¿Qué nos queda quitando las actuaciones? Una más que correcta película sobre una complicada relación paternofilial, dirigida dignamente, aunque sin mucho riesgo y con un buen guion, aunque quizás algo reincidente. Mortensen combina escenas en el presente con flashbacks al pasado del protagonista y su padre que no siempre son tan interesantes. A los pocos minutos nos queda claro que Willis no fue un padre demasiado bueno y que su relación con la familia se fue deteriorando progresivamente. Algo parecido pasa con las escenas en el presente: casi desde el principio comprendemos que convivir con él es muy complicado y que sus pocas muestras de amor son hacia su nieta. A veces puede dar la sensación de que la película no avanza hacia ningún sitio, aunque es comprensible que el viaje que nos propone Mortensen como director y guionista (también es el compositor) es uno personal y no uno argumental.

Falling explora en lo complicado que puede ser mantener una relación con un padre que ha tenido una actitud cuestionable a lo largo de toda su vida y los esfuerzos que hacen los hijos por seguir ahí. Está claro que cuando alguien es tóxico para nuestro vida, lo mejor es dejar a esa persona ir. ¿Pero qué hacemos si esa persona es nuestro propio padre? Igual que ellos estuvieron ahí cuando lo necesitamos en nuestra infancia y juventud (aunque fuese de una manera tan cuestionable como el padre de Falling), nos toca cuidarles en su vejez, por complicado que sea. Los encontronazos entre John y su padre son constantes y violentos, pero él no se rinde con él y hace lo posible por estar bien. Esa es la línea de la película, que está llevada de forma notable por Viggo Mortensen. Una historia pequeña, de pocos escenarios, pero que llega al corazón.

En una etapa tan extraña como la que vivimos, con una pandemia que ha provocado que los estrenos sufran modificaciones y apenas haya grandes nombres en cartelera, ¿vale la pena ir al cine a ver Falling? Para un servidor, sí. Es un trabajo muy interesante por parte de Viggo Mortensen, emotivo y efectivo. Una buena oportunidad para ver grandes actuaciones en la pantalla grande y una historia sencilla pero atractiva. Recomendable.


Juan de Mata Galarza

Tinerfeño llegado a Madrid en septiembre de 2019. Hace unos años desarrolló una afición por el cine que ha ido creciendo a lo largo del tiempo hasta convertirse en su pasión principal. En Planos y Píxeles escribirá sobre películas y series.  

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