Crítica: American Animals (2018)

03.12.2020

Valoración 4.5/5

"Nunca seremos tan especiales como soñábamos cuando éramos pequeños". Esta es la premisa de partida de American Animals, el primer largometraje del director británico Bart Layton. O, mejor dicho, documentalista, pues sus producciones pasadas son los documentales El Impostor (2012) y un episodio de Encarcelados en el extranjero (2007), producción británica centrada en narrar las historias de presos occidentales juzgados en países recónditos. 

 Layton, de 45 años, presenta una reducida producción (que no trayectoria) cinematográfica. A pesar de que American Animals parezca una ópera prima convencional, el largometraje presenta una valentía en la imagen y en el planteamiento que revelan una mano firme en la dirección. Y parece que da sus frutos: ha sido nominada a los Premios Independent Spirit , ganadora de Mejor guion novel y Montaje en los British Independent Film Awards y seleccionada en la Sección oficial del Festival de Sundance, nos encontramos ante un producto interesante y muy, muy entretenido.


Esta no es la primera obra de Layton que ha sido laureada por la crítica. Su relato sobre la desaparición y hallazgo de Nicholas Barclay en los años 90 en El Impostor le otorgó un BAFTA a Mejor debut británico y el Gran Premio del Jurado del Festival de Miami en 2012. Resulta fascinante preguntarse cómo con únicamente tres producciones un director puede haber desarrollado un estilo compacto, reconocible y, además, que gusta a la crítica. Tengo confianza en que este director va a darnos obras de gran calidad en el futuro.

American Animals narra la historia de Warren, Spencer, Chas y Erik, cuatro estudiantes de la Universidad de Transylvania hastiados por la monotonía y el cinismo ante un futuro poco esperanzador. Warren tiene serios problemas familiares y académicos, Spencer se encuentra desubicado en su entorno, Chas desea seguir los pasos de su exitoso padre y Erik se ve condenado a un futuro gris y sin expectativas de mejora.

Tras realizar una visita a la Biblioteca Universitaria de Kentucky, descubren Los pájaros de América, de John James Audubons, la joya de la corona de una valiosa colección de libros históricos. La posibilidad de obtener la colección y venderla por una cuantiosa suma en el mercado negro europeo les impulsa a planear el atraco de la Biblioteca y, de paso, dar sentido a sus vidas.

El guion no se inspira, es el caso real de estos cuatro jóvenes, detenidos y sentenciados a siete años de prisión por su fracasado intento. Es la historia de los perdedores, de las almas sin rumbo que encuentran en el delito la fuga de sus problemas emocionales. Los mismos protagonistas hablan a cámara y otorgan sus puntos de vista de lo sucedido, en un formato que alterna sin disimulo entre la representación fílmica y el documental de carácter realista.

Bart Layton establece desde el principio un ritmo trepidante y una narración muy particular, con cuidadas transiciones entre ficción y testimonio. La acción en pantalla es, por lo tanto, un bloque único y complejo que causa un fuerte impacto inicial en el espectador. A pesar de que el comienzo la extrañeza pueda ser común, conforme avanza el largometraje nos encontramos ante un documento de gran valor: resulta complicado perder el interés en una historia que, pese a ser mundana, esconde varias reflexiones sobre la soledad, la amistad y la culpa.

Warren y Spencer son quizás los personajes más carismáticos de American Animals. Sus personalidades se complementan de manera fluida, pero son marcadamente únicas e individuales. Mientras que el primero es enérgico, impulsivo y extrovertido, el segundo posee sensibilidad artística, reflexiona sobre sus actos y es indeciso en los momentos clave. A pesar de la heterogeneidad del grupo, a todos les une el tema que hemos señalado: la culpa.

Sus planes no salen bien. Warren no tiene otra opción que agredir a la bibliotecaria de guardia y revelar su lado violento; Spencer no sabe qué hacer en ningún momento del atraco pues en el fondo desea que fracase; Chas sólo lo hace por el dinero y Erik no cree en un futuro mejor, aunque tenga éxito. El robo de los libros es un desastre y de manera inmediata la ilusión se rompe y sólo queda la realidad y los actos cometidos. Durante el último acto lo único que los une (y lo hará para siempre) es la culpa y el resentimiento de su fracaso, el intento de arreglar lo que desde el comienzo estaba roto y la búsqueda de una vida mejor.

Evan Peters, Barry Keoghan, Blake Jenner y Jared Abrahamson realizan un trabajo más que convincente interpretando a los cuatro universitarios. Gracias a un proceso de preparación en el que pudieron hablar con los protagonistas reales, muestran actuaciones fuertes y preparadas. Evan Peters merece una mención especial por una interpretación sobresaliente. Todo su físico actúa, los pequeños gestos otorgan personalidad al personaje y protagoniza algunos de los planos más bellos de la película.

Y es que American Animals está muy bien rodada. Layton sabe lo que quiere y se zambulle en una producción con una fotografía sorprendentemente cuidada y trabajada. Su estilo es muy sólido pese al aparente eclecticismo, y la fusión entre película y documental es casi total. No todos son aspectos positivos. En ocasiones el montaje es demasiado arriesgado y puede llegar a confundir por su rapidez. La fotografía alcanza en ocasiones el efectismo visual antes que el desarrollo dramático y me gustaría que varios personajes se hubieran desarrollado con la misma profundidad que Warren y Spencer.

Bart Layton sorprende de manera sobresaliente con un híbrido casi perfecto entre ficción y documental. Convierte en universales los sentimientos de un grupo de jóvenes que representan a toda una generación estancada en el paroxismo reprimido y la incertidumbre sobre un futuro incierto. Veremos qué nos puede ofrecer con más presupuesto este interesante realizador británico. 



Marcos Angulo 

Valenciano de nacimiento y extremeño de corazón. Fascinado por el cine y la literatura, tiene tantos libros sin leer como historias que contar. En Planos y Píxeles escribirá sobre películas, directores y la industria cinematográfica. Hasta quizás os hable de videojuegos si tiene el día.

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