Crítica: 30 Monedas (2020)

18.01.2021

Valoración 3.5/5

En un pueblo remoto de Castilla, de cuyo nombre es difícil acordarse, una vaca da a luz a un niño. Con esta premisa comienza 30 monedas: sucesos extraños y un misterioso cura llamado Manuel Vergara que parece tener cierta idea de qué es lo que está sucediendo. En esta trama traída a nuestras pantallas por parte de Alex de la Iglesia bajo la producción de HBO, se nos promete un entretejido de sucesos extraños y conspiraciones religiosas que nada tienen que envidiar de Dan Brown. Ante la continua aparición de anomalías y sucesos que se escapan de lo normal, el alcalde del pueblo, Paco (Miguel Ángel Silvestre), junto a Elena (Megan Montaner), quien es la veterinaria del pueblo; seguirán el hilo hasta que todas las pistas los dirigen hacia un poco cooperador Manuel Vergara (Eduard Fernández). A pesar de las reticencias del cura, iremos descubriendo cual es la importancia de las 30 monedas de Judas y quien está detrás de ellas. Álex de la Iglesia continúa con temas habituales como la religión o el demonio desde un punto de vista distinto pero con el sello personal del director. Este aprovecha las capacidades que da una serie para desarrollar esos temas de una manera más ambiciosa. 

La premisa de la serie parece prometedora: se sale un poco de las tramas más habituales en la ficción española hacia una fantasía de terror que no es del todo común en las últimas producciones nacionales. Con el sello personal de Álex de la Iglesia, la serie se promociona por sí sola con un interesante uso de efectos especiales y la mezcla del rural con el esoterismo religioso. La ambientación en un pequeño pueblo segoviano es interesante y aporta a la trama bastante en sus primeros compases, sin embargo, igual que aporta cierto gusto por lo cotidiano, le quita la credibilidad a la serie por lo manido que está el recurso del pueblo perdido. Como es habitual todo el mundo se sorprende de lo sucedido aunque no demasiado y parece que todo lo que esté más allá de las fronteras del pueblo no se hace eco a pesar de los sucesos totalmente increíbles. Este es alguno de los problemas de guion que acumula la serie.

A pesar de este pequeño detalle, la trama consigue atraparte rápidamente en sus brazos con un capítulo piloto que presenta a la perfección la serie y abre boca para lo que vendrá después. Los embrollos religiosos y la trama tienta lo sobrenatural haciendo que la serie se sostenga muy bien y, aunque tenga ligeros problemas, sea muy disfrutable a lo largo de sus ocho capítulos de duración. Algo que De la Iglesia consigue en su guion, que no es algo que cualquiera pueda hacer, es mantener al espectador con ganas de ver el siguiente capítulo y revelando más información sobre Vergara, las 30 monedas y aquellos que conspiran para conseguirla. El suspense está servido e iremos conociendo la información a cuentagotas, consiguiendo exasperar al espectador en busca de más conocimiento.

Aunque la línea general de la serie sea correcta y mantenga al espectador enganchado, sí es cierto que tiene grandes bajones, con un grandísimo primer capítulo en el que parecen haber dejado vacío el talonario, algunos de los episodios posteriores parecen dolerse del despliegue del piloto con una trama mucho más tímida en cuanto a espectacularidad y una narración mucho más sobria, lenta y redundante. Estas bajadas y subidas son más o menos constantes en la serie, haciendo que el espectador pueda sentir algo de rabia al notar que los capítulos no mantienen una calidad estable y varían estando los sucesos o la calidad de la trama mal repartidos a lo largo de las casi 8 horas de desarrollo. Algo parecido sucede con los diálogos, los cuales en algunos momentos revelan una información relevante y concisa llevando al espectador por el camino hacia la trama mientras que en otros momentos el guion se pierde en diálogos que no van a ninguna parte o nos muestra elementos que no tienen importancia para la trama posterior. El desarrollo de los personajes también sigue una línea similar: mientras algunos son interesantes y tienen varias caras otros son extremadamente planos llegando a no tener ningún tipo de desarrollo en sus motivaciones. Más allá de los protagonistas, muchos de los otros personajes no tienen una explicación de su pensamiento. Asimismo, hasta los propios protagonistas en ciertos puntos actúan de forma extraña dejándose llevar por exigencias de guion poco explicadas; esto se agrava en el último capítulo de la serie que sufre bastante en este aspecto. Desde luego esto no impide disfrutar de la serie, pero si empaña bastante su disfrute por momentos, recayendo una vez más en una gran irregularidad.

Por otra parte, lo mismo sucede con los efectos especiales: el CGI está muy bien en la mayoría de los casos, siendo de grandísimo nivel en el piloto, no obstante, este tiene bajadas demasiado grandes en ciertos momentos en los que el tratado de las texturas y superficies es muy deficiente, dando la sensación plástica irreal que sucede en estos casos. En ciertos momentos el propio montaje intenta ocultar sus fallos con un montaje frenético con movimientos de cámara imposibles de seguir. Ya sea por un tema de presupuesto o de tiempo debido a las limitaciones impuestas por HBO hay escenas que pierden un poco de credibilidad ante unos elementos CGI que tienen grandes subidas y bajadas. Sin embargo, me parece digno de mención el buen uso del rejuvenecimiento por ordenador de los personajes en algunos momentos de la serie que es logrado con un increíble realismo a pesar de su dificultad. Parece que el problema principal de la serie es su pretenciosidad, en momentos parece que quiere mostrar al espectador cosas que el equipo de VFX no son capaces de desarrollar con la calidad necesaria. Por lo tanto el problema principal ha sido poner en pantalla criaturas diabólicas que no acababan de adherirse al resto de elementos con los que interactúa. En la otra cara de la moneda tenemos unos efectos prácticos muy convincentes, como puede ser el maquillaje a Eduard Fernández que se mantiene perfecto sin alteración, sin embargo, estos se pueden ver empañados por un CGI que saca al espectador de la historia con un acabado cutre.

En cuanto al plantel de 30 monedas, tiene momentos muy buenos. Hay que destacar principalmente la actuación de Eduard Fernández como el padre Vergara y Megan Montaner como Elena. Estos consiguen funcionar muy bien en el rol de su personaje con una actuación creíble. De hecho, podríamos decir que varios de los mejores momentos del guion son desarrollados por parte de alguno de los dos personajes, con buenas actuaciones y solidez de los personajes. Por otra parte, tenemos a un Miguel Ángel Silvestre que no acaba de convencer del todo en su papel, aunque no lo hace mal no consigue cumplir con lo que se podía esperar de él en un papel de protagonista de la serie. Al igual que quien es su mujer en la ficción de 30 monedas, Macarena Gómez, ambos son aceptables en su actuación pero llegan a puntos algo sobreactuados. En cuanto a la actuación no se puede pasar sin obviar la horrible actuación de algunos personajes extra identificados como vecinos del pueblo, estos tienden a ser actores bastante mejorables y que no consiguen transmitir seriedad y credibilidad aún teniendo escenas y varias líneas de diálogo que no exigen demasiado. Cabe mencionar a algunos actores como Pepón Nieto, Cosimo Fusco o Manolo Solo que están bastante bien en su papel; no se comen la pantalla pero no dejan malas impresiones.

A pesar de todo, la serie tiene una personalidad propia y una ambientación que consigue hacer que sea bastante disfrutable; el ambiente, la trama y los momentos muy buenos e interesantes consiguen compensar de alguna forma las grandes deficiencias que tiene en otros puntos. 30 monedas es una serie de altibajos en los que puedes encontrarte cualquier cosa. Sin embargo, sea lo que sea siempre te animas a continuar viéndola y eso es una de las cosas que debe conseguir una serie, entretener al espectador. La serie promete una segunda temporada que ya ha sido confirmada en la que esperamos una resolución de guión mejor por parte de De la Iglesia y Guerricaechevarría, así como una escenografía más cercana y conocedora de sus posibilidades. A pesar del atropellado desarrollo del último capítulo, que ha decepcionado a gran parte de la audiencia, si consiguen arreglar sus errores la segunda temporada promete una alta calidad. Cabe recordar que uno de los elementos habituales en la filmografía del director bilbaíno son sus buenas ideas que no acaban de rematar siempre en el desenlace. Como siempre, quien mucho abarca poco aprieta.

Puede parecer una crítica dura hacia la serie, sin embargo, recomendamos encarecidamente ver este proyecto dirigido por Álex de la Iglesia a cualquiera que quiera pasar un buen rato. Desde luego la serie se puede disfrutar muchísimo a pesar de sus fallos, los cuales no mancha la obra sino que solo lo empañan ligeramente. Todo aquel que quiera ver una serie entretenida y de buena calidad que prepare HBO, si no eres de los que le saca punta a todo te aseguro que disfrutarás esta serie como un niño.

Miguel Alfaya

Gallego afincado en Madrid y amante de su tierra. Fan del cine, los videojuegos y la cultura japonesa desde bien pequeño. Amante de la animación y los VFX aportará en Planos y Pixeles una visión propia de los videojuegos el cine y todo lo que puedas poner en tu pantalla.

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